Da igual que hablen bien o mal de uno mientras se hable
El anuncio de la prestigiosa firma de moda Loewe se ha expandido como un virus por todas las Redes Sociales. Se convirtió en pocos minutos en Trending Topic en Twitter y en el principal tema de conversación de cualquier terraza. Y es que al parecer no ha sentado bien la frivolidad de sus protagonistas, chicas y chicos bien de la capital española, la mayoría de ellos hijos o nietos de personalidades de la alta sociedad de nuestro país sin otra preocupación que el qué me pongo o el qué dirán.Todo esto mientras los demás estamos aguantando el chaparrón que está cayendo en tiempos de crisis, cuando ser mileurista ya es impensable y ser becario un honor.
Sin duda la finalidad de la campaña no es otra que ampliar mercado, una gran estrategia en términos marketinianos pero muy alejada de la cruda realidad. Cuando los españoles estamos buscando soluciones reales y a la desesperada, Loewe no hace otra cosa que pagarnos con fantasías banales cargadas de patetismo. La brecha entre ricos y pobres se acentúa en lugar de primar la solidaridad y crear lazos entre las clases para sacar adelante el país.
El colmo de los colmos es que las edades de los protagonistas se correspondan con la nuestra, jóvenes universitarios, en la realidad mejor preparados que nunca con una o dos carreras y Master y sin ninguna posibilidad laboral en nuestro país. El anuncio es el mejor escaparate para hundirnos todavía más si cabe a nivel internacional y cualquiera diría que los que salen hablando necesitan un logopeda, sin pasar por alto la superficialidad de sus intervenciones.
En un momento en el que necesitamos promocionarnos y en el que los jóvenes optamos por viajar al extranjero en busca de un futuro digno, nuestra propia industria nos sabotea exportando una imagen contaminada de nuestra formación en un anuncio que ha dado la vuelta al mundo.
En cuanto al creador de esta perita en dulce, Luis Venegas, sabemos que cuenta ya con un grueso historial publicitario en el que la polémica y la provocación están servidas. Le pagan por dar que hablar, da igual si mal o bien:
¡Pan y circo para el pueblo!
Ariana Arellano & Isabel R. Azarola
A las 8 en Cibeles 